Villahermosa, Tabasco, 20 de noviembre de 2009.
Humberto Achirica Aguilar
Por: Eduardo Ávila Aldana
Recordaremos hoy, a una persona que dejo una honda huella en nuestra Villahermosa de antes.
Nuestro personaje se llamaba Humberto Achirica Aguilar, Grande Almirante de la Real Marina Inglesa al servicio del Almirantazgo Británico y de su Majestad Isabel II, Constructor de Submarinos y Misiles Intercontinentales con alcance de 90 mil kilómetros y proyectiles con alas.
Así rezaba el letrero que pinto en las paredes de su casa, y que pregonaba en unos volantes que periódicamente mandaba imprimir, y que repartía entre los habitantes de nuestra ciudad.
Algunas personas decían que estaba loco; ¿Loco?... tal vez, pero que locura tan sana la del almirante, a pesar de sus inventos bélicos, amaba la paz como ninguno otro.
Era todo un espectáculo verlo con su uniforme de gala, todo de blanco con sus galones negros en las mangas de la guerrera, su gorra con entorchados en la visera, impecablemente vestido a la puerta de su casa saluda a quien pasaba con toda corrección y decencia, pues era Humberto, un hombre extremadamente decente. Jamás se le oyó un exabrupto, nunca una maldición.
Siempre saludaba a las damas con toda cortesía, y nuestro pueblo correspondía con la misma atención.
Cuando aún vivía su señora madre, era común verlos llevando él de la mano a Doña Clemencia Aguilar de Achirica, quien junto con sus inventos, llenaba todo su mundo, y ella prodigaba en él, toda la ternura que una madre derrama sobre sus hijos.
Admirable pareja hacían los dos.
Se les veía caminar por las calles de Villahermosa del brazo uno del otro, y había en la dulce mirada de Doña Clemencia, saludar de manera cariñosa.
En una ocasión que visitó Tabasco el Presidente López Mateos, acompañado del Gobernador Carlos Madrazo Becerra, bajan la loma de la Av. 27 de Febrero en un auto descubierto y ahí, en la puerta de su modestísima vivienda, aguardaba el Almirante, impecablemente uniformado y saludó con toda marcialidad al primer mandatario que correspondió al saludo de la misma manera, bajo la mirada zorruna del Gobernador que algo le comentó al Presidente. ¿Qué fue lo que le dijo? Ministerio, pero todavía López Mateos volcó la mirada hacia nuestro personaje, que se perdió entre la multitud que seguía a los gobernantes.
Solía el Almirante acudir a cortarse el cabello a la peluquería del maestro Vicente, “Charrasca” y se enfrascaba en largas conversaciones con el distinguido fígaro. Y creanme lectores que nada de la pretendida locura de Achirica trascendía de su plática.
Había congruencia y fluidez en ella, y una vez más se ponía de manifestación su exquisita decencia.
A muy grandes rasgos, lectores, esta es parte de la vida de uno de los personajes de nuestra Villahermosa antigua, en el curso de otras entregas, les daremos a conocer otras personas de las que llenaron las páginas de nuestra historia choca.
A manera de homenaje, hay en la Plaza que precede al Puente Manuel Pérez merino, un conjunto escultórico que representa al Almirante y a su mamá.
Mientras que los submarinos, los misiles de 90 mil kilómetros y las bombas con alas, surcan los mares y los cielos del mundo, “Al servicio de Almirantazgo Británico su Majestad Isabel II, que tuvo a bien designar a Don Humberto Archirica y Aguilar, Lord vitalicio del Imperio Británico con sus inventos contribuyó, ¿Qué duda cabe? A la paz mundial. Todo esto desde su modesta vivienda de la Ave. 27 de Febrero de nuestra querida y amada Villahermosa y, desde luego de su fecunda y desbordada imaginación.